En 2021, la PDI recibió, en promedio, unas 50 denuncias diarias por el delito de estafa. En la base de este ilícito se encuentra un elaborado engaño, donde las víctimas, estiman en la Brigada Investigadora de Delitos Económicos Metropolitana (Bridec), muchas veces no denuncian por prejuicios o vergüenza.

Sorprende hasta dónde puede llegar un estafador. Hoy, Las historias tras fraudes millonarios atraen a los seguidores de series transmitidas por las más populares plataformas de streaming. Pero casos como los que inspiraron títulos como “El estafador de Tinder” o “Inventing Anna” son solo una muestra de lo que, a diario ocurre en nuestro país.

Tanto en modus operandi más tradicionales como “el cuento del tío”; “pepito paga doble”; los “punteros” que operan fuera de las casas de cambio, hasta las más modernas “estafa del WhatsApp”; “venta sin Entrega”, o  estafas piramidales como “La Retejida” o “Mándala de la Abundancia” siguen vigentes, aun cuando muchas de ellas son ampliamente conocidas por la comunidad.

En la Bridec Metropolitana  estiman que la cifra real de víctimas de estadas puede superar, por mucho, a los 18.104 casos cuya denuncia fue recibida, en las diferentes unidades de la  PDI, durante todo el 2021, y los 2.621 registrados en los dos primeros meses de 2022. Sobre la causa subyacente apuntan al estigma social y la vergüenza que ello conlleva. En otras palabras: no se suele recriminar a las víctimas de un robo, pero sí se hace, y con mucha frecuencia, a quienes creen en uno de los múltiples y variados engaños que elaboran los estafadores.

Bien lo saben en esta unidad especializada: nadie parece estar a salvo de la mira de estos profesionales de la mentira.  Ni la educación ni otro tipo de recursos son factores protectores por sí mismos: en la serie Inventing Anna, la protagonista hacer creer a la alta sociedad  neoyorquina  que ella es una joven alemana heredera de una gran fortuna.  En la historia que inspiró esta ficción, una mujer de 26 años enfrentó un juicio en Estados Unidos, donde se demostró que se robó un avión privado y estafó bancos, hoteles y otros socios por 200.000 dólares.

Este caso, representa, según los especialistas de la Bridec, un claro ejemplo del concepto de estafa, ya que muestra diferentes elementos que tienen que presentarse para que se configure el delito. Principalmente, el engaño. Las personas suelen asociar la apariencia a la criminalidad. Si alguien no parece un delincuente a los ojos de una víctima, no despertará sus sospechas. En el testimonio de las 29 víctimas del caso Garay aparece con relativa frecuencia el hecho de que “él se veía confiable”. Cuentan que usaba unas colleras que, decía, habían sido de Frank Sinatra.

Agregan que dentro del perfil de este tipo de delincuentes es común encontrar que se preocupan de su aspecto físico, buscando proyectar una imagen positiva los demás. Son agradables y encantadores. Para quienes los conocen resultan atrayentes. Sin embargo, todo es parte de la estrategia con que van envolviendo a sus víctimas.

Así como este tipo de series contribuyen al conocimiento del modus operandi de los estafadores y permite estar más alerta, es importante que las personas se animen a denunciar los hechos en cualquier unidad policial, de preferencia la más cercana a su domicilio.

Para orientación y consultas, también pueden escribir al correo electrónico: bridec.met@investigaciones.cl